EL ESTRENO DE UN ESTADIO HISTÓRICO

#MiércolesDeAnécdota | El primer gol del América que se gritó en el Estadio Azteca

Arlindo dos Santos fue el responsable de hacer retumbar las gradas del Coloso de Santa Úrsula

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El 26 de mayo de 1966, quedó grabado el nombre de Arnildo dos Santos en la historia del Americanismo, en las gradas del Estadio Azteca, y en la memoria del mismo futbol.

Hablar del Coloso de Santa Úrsula es recordar a Edson Arantes do Nascimiento, Pelé, levantando la Copa del Mundo durante el México 70. Nos viene a la cabeza aquella mano de dios cometida por Diego Armando Maradona en el Mundial del 86. Nos sentimos orgullosos de la increíble fortaleza donde la Selección Mexicana defiende sus colores. Pero sobre todo, se siente el orgullo de haber vivido victorias, remontadas, y títulos mientras se apoyaba al América, el único club que puede llamar hogar, al Estadio Azteca.

Después de haber jugado como local en cinco estadios diferentes, las Águilas finalmente afianzaron un nido para escribir una historia como la de ningún otro competidor. Sin embargo, primero debía haber una inauguración, una patada inicial digna y a la altura de lo que América quería construir. El partido que estrenó el césped del Azteca fue un empate contra el Torino de Italia.

Llegado el día, con grada llena y la emoción desbordando, el balón rodó por primera vez con toques ligeramente nerviosos, los locales sabían la responsabilidad que tenían encima, pero todos tenían una misma ilusión, tatuar su nombre en la historia marcando el primer gol en una monumental muestra arquitectónica como el Estadio Azteca.

La primera anotación en el Coloso de Santa Úrsula

Casi media hora después, con 27 minutos transcurridos, Arnildo dos Santos recibió un pase en tres cuartos de cancha el cual estuvo a nada de dejar atrás, pero con su pierna derecha logró jalar el balón hacia el frente y entonces, lo tuvo claro. Adelanto ligeramente el esférico para dar unos pasos cortos que anunciaban el tiro desde fuera del área, dos Santos impactó con tal técnica y semejante fuerza que se combinaron a la perfección para superar al arquero del Torino.

En un abrir y cerrar de ojos, el balón estaba en las redes. Los Azulcremas festejaron al ritmo del sonido ensordecedor de una fanaticada que festejaba por primera vez un gol de su amado equipo, en su nuevo hogar.